Las catacumbas de Kom el Shogafa se ubica en la calle Bab el Molouk, en el barrio Karmouz de Alejandría en Egipto, sus decoraciones en escultura muestran una mezcla entre las formas artísticas egipcias y greco-romanas, y se considere como uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la ciudad.
El patrimonio monumental de Egipto es tan inmenso que el visitante tienen que elegir sólo lo básico con la gran esperanza de poder regresar muchas veces, tal cual pasa con otros sitios ricos en monumentos como Roma,como por ejemplo: Las pirámides de Giza y Sakkara, la Gran Esfinge, los templos de Karnak y Luxor, los de Abu Simbel, la ciudadela de El Cairo, el Museo Egipcio, las tumbas del Valle de los Reyes… Podríamos estar así hasta mañana. Hoy vamos a hablar de un tema muy poco popular pero al mismo tiempo espectacular que es las catacumbas de Kom el-Shoqafa.
En septiembre de 1900, en pleno auge de la egiptología y en el escenario de unas excavaciones llevadas a cabo desde ocho años antes, se convirtió un descubrimiento milagroso y la principal razón fue un burro. El animal estaba tirando de un carro por la calle Bab el-Molouk, en el barrio Karmouz de Alejandría, cuando el suelo cedió a su paso y desapareció de la vista. puesto que el boquete alcanzaba unos doce metros de profundidad, parece lógico deducir que el pobre pagó con su vida al haber descubierto un nuevo e insospechado lugar ante el que los investigadores se frotaron las manos.
Porque se trataba de una red fascinante de enterramientos romanos de la época imperial temprana exactamente de los siglos I y II d.C.
En realidad, se cree que en un principio no eran catacumbas sino un mausoleo privado de una familia acomodada al que luego y sin que se sepa la razón se dio uso público, de manera que hoy se cuentan más de tres centenares de inhumaciones; en última instancia, el conjunto esta junto a la necrópolis occidental, entonces podría considerarse una continuación. No queda nada de las estructuras de la superficie por lo que el primero de los tres niveles de que está compuesta, está bajo el suelo pero las tumbas se distribuyen alrededor de una gran rotonda por una red de túneles subterráneos excavados en la roca. Los dos inferiores estaban sumergidos bajo el agua pero desde 1995 ya sólo queda anegado el más profundo, que probablemente se conectaba con el Serapeum , un templo dedicado a Serapis, deidad patrona de Alejandría.
El burro desafortunado cayó por un pozo de acceso, no por la entrada principal, que está dotada de una escalera de caracol y gira en torno a un pozo de unos diez metros de profundidad por seis de ancho que era útil para proporcionar luz natural, si bien en las paredes laterales hay pequeñas hornacinas con el fin de colocar lámparas de aceite. Esa escalinata tenía los escalones superiores más pequeños porque los romanos consideraban que después de visitar a los difuntos iban perdiendo fuerza mientras que ascendían y por eso los de la parte más cerca al aire libre forman casi una rampa.
Bajando por la escalera se llega a un vestíbulo con dos nichos que da paso a una sala también circular que tiene en medio una isla muy pequeña columnada con seis pilares que sostienen una cúpula. Es el eje a partir del cual se articula todo, pues a la izquierda hay un triclinio con divanes que, según una inscripción, se cubrían con cojines ,un triclinium era un tipo de habitáculo que se usaba para banquetes rituales, en este caso de obvio carácter funerario); al fondo una pequeña cámara decorada con dos estatuas. Desde esa rotonda se baja al siguiente nivel a través de una brecha en el muro que se practicó en una fecha desconocida.
Así se abre ante el visitante el que posiblemente sea el rincón más curioso del lugar, el Salón de Caracalla, se llama así en alusión al emperador romano; él no está enterrado allí pero sí sus caballos era muy aficionado a las carreras hípicas, que fueron enterrados en el salón mencionado anteriormente hacia el 215 d.C.
La parte principal de la entrada a la cámara sepulcral presenta forma de templo adintelado, sujeto por dos columnas de capiteles con forma de hojas de papiro, loto y acanto, típicos del antiguo Egipto , en el arquitrabe de encima hay un relieve de un disco solar alado flanqueado por figuras de Horus como halcón.
En esa entrada hay dos agathodaemon , espíritu o demonio griego de los viñedos y campos de cereal que los romanos asimilaron a sus genii de la fortuna y solían asociarse a los banquetes, serpentiformes, cada una coronada por el pschent ,la doble corona del Alto y el Bajo Egipto, y portando un caduceo romano ,un bastón rematado por alas con dos serpientes entrelazadas, símbolo de la medicina y usado por Mercurio, el guía de los difuntos, y un tirso heleno, una vara forrada de vides o hiedra, con lazos atados y una piña como remate, símbolo fálico de Dionisos, aunque era de origen egipcio o quizá fenicio. Sobre los ofidios hay sendos medallones con el rostro de Medusa.
Cada sarcófago, decorado con guirnaldas en relieve, está asociado a una escena funeraria también en relieve: en la central se encuentra Anubis vestido de legionario romano momificando un cuerpo, puesto sobre una cama con forma de león y los correspondientes vasos canopos debajo; los laterales están dedicados al dios-buey Apis.
Aparte de esta cámara mortuoria original, Kom el-Shoqafa incluye una red de túneles que contienen enterramientos posteriores en un ejemplo de reaprovechamiento que hizo que el resultado se comparase con las catacumbas de Roma.
Sin embargo, el nombre del sitio no está relacionado con eso, y significa montículo de fragmentos, y se le puso porque allí hay miles de pedazos de terracota procedentes de las jarras de cerámica que los familiares de los difuntos ponían con comida y bebida para consumir durante los oficios fúnebres y que rompían al terminar al no querer llevárselos a casa por haberse usado en esas situaciones.